viernes, mayo 01, 2009

Encierro Capitalino ( o prólogo al siglo XXI )


Prácticamente una semana ha pasado y lo único que sabemos, es que no sabemos nada. El tema del antes virus porcino, ahora A H1N1, para que no se sientan agredidos los chanchitos, ha traído, aparte de muchas horas de sobremesa, solamente desinformación. A estas alturas del partido todavía no sé si estamos viviendo una dura prueba a la organización global en temas de salud, el principio del Apocalipsis, o una tomada del pelo (de repente dieron la noticia de que el número de muertos, ya comprobados, por el virus A H1N1 no era de cientos, sino de 15. Señores, más gente muere atropellada en el Periférico en el mismo tiempo... ¡Que lo cierren o el destino de la humanidad es morir arrollado a la sombra del segundo piso!

En fin, lo que en verdad me deja asombrado es que el gobierno (federal y estatal) actuó y entre una cosa u otra, cerró todas las instituciones de enseñanza (TODAS), cines, teatros, museos, eventos multitudinarios, etc, mandando a todos a recluirse en sus casas.  Debo agradecer esta medida pues he estado en continuo contacto con gente a la que hace mucho le había perdido el rastro y que ahora navega el ciberespacio desde la comodidad de su casa de sol a sol. Y es precisamente a este fenómeno al que quería llegar.

Sabemos que el principal problema, en términos ambientales, es el gran tamaño de las ciudades. La mayoría de las ciudades crecen desmedidamente y la demanda de recursos es brutal, mientras que en su continuo crecimiento dejan al entorno sin la más mínima posibilidad de regenerarse equilibradamente. Pensemos entonces en la actividad del grueso de la población en una ciudad como el Distrito Federal. La gente sale temprano de sus casas a su trabajo (depositando a los hijos en las escuelas en el camino si es el caso), que además en la mayoría de las ocasiones queda a una distancia que fuerza al empleado a utilizar algún tipo de medio motorizado, donde pasa todo el día pues es imposible regresar a comer a la casa propia, para regresar, en hora pico, a descansar.   Esta rutina nos obliga a tomar una serie de acciones sumamente perjudicial para el medio ambiente: trasladarnos de la vivienda al trabajo, para lo que es necesaria una infraestructura dedicada al servicio del transporte enorme; comer fuera de casa, con todos los problemas que al organismo propio produce y que genera una cantidad enorme de desechos mal tratados y canalizados; nos obliga a requerir de espacios "dobles" pues cuando estamos en la casa la oficina está vacía y mientras trabajamos lo mismo sucede con el hogar.
El encierro, hasta ahora de una semana, puede resultar no ser tan mala idea después de todo, como estilo de vida para el siglo XXI (en lo general de la sociedad quiero decir, pues gente que trabaje desde el hogar ha existido siempre).
A las compañías le representaría el ahorro en mobiliario, consumibles, renta de espacios, etc. ; miles de m2 de terreno que sirven para el estacionamiento de los coches que se concentran en las oficinas podrían convertirse en áreas verdes, con todos los beneficios obvios que esto trae consigo; el empleado no desperdiciaría por lo menos 2 hr de su vida cada día en el traslado de un lugar a otro, pudiendo recuperar gran parte de la calidad de vida que por vivir en la "gran ciudad" ha perdido;... Y VIRUS COMO EL A N1H1 SERÍAN MÁS DIFÍCILES DE PROPAGARSE!!!

Esta semana la gente ha tenido que continuar de una forma u otra sus actividades laborales, y en la gran mayoría de los casos ha sido desde su casa trabajando "on-line". La tecnología actual lo permite perfectamente. El Distrito Federal se acercó esta semana un poco más al sueño de la "meta-ciudad". La e-topía es posible y en realidad no sabemos cuando nos volvamos a ver forzados a recurrir a un cambio de vida drástico, muy a pesar nuestro, para darle un poco de paz al planeta.


1 comentario:

El horrible gato negro dijo...

Buena propuesta, la apoyo...