miércoles, junio 29, 2011

El más biológico de los actos humanos




"Vida ciudadana: millones de seres viviendo juntos en soledad"
Henry David Thoreau


La ciudad tiene vida. Crece, se desarrolla y muere. El hombre, buscando su semejanza con su Creador, siempre ha buscado poder dar vida, sin darse cuenta, que el más grande de sus artefactos es al mismo tiempo el que por su complejidad y temporalidad, el que más se acerca a una vida "biológica".
La ciudad es el resultado vivo de la vida de los seres que la forman y conforman día a día. No es la historia de nadie, pero es la historia de todos.
Así como se puede descifrar el crecimiento de los árboles por sus anillos, la ciudad se puede leer por su partes que la forman: los edificios, su traza, sus hitos, sus espacios y su materialidad, su luz y su sombra, su inicio y su fin.
Pero el crecimiento no se da cuando un tabique es colocado sobre otro, sino cuando alguien tuvo la intención de ponerlo ahí. La ciudad no es punto de partida, sino resultado. El alma de la ciudad son las ideas de sus habitantes, es el resultado de sus actos, es el curso que le hace tomar su legislación y su economía. Las fuerzas que la crean no están en el mundo de la física sino en el de la filosofía.

Cuando, todavía como estudiante de arquitectura, T. González de León propuso el plan rector de lo que sería el nuevo campus de la Universidad, dispuso las carreras una al lado de la otra por sus relaciones escenciales, como si de un cuerpo se tratara. Emepezando por las humanidades: filosofía, letras, derecho, luego economía, para seguir con las ciencias: odontología, medicina, química, ingenierías, y al final, cerrando el círculo, arquitectura, como símbolo de la unión de las humanidades con las ciencias.

La ciudad nos alberga, y nosotros, con nuestras ideas y actos, le damos vida.