lunes, agosto 28, 2006

en donde no hay nada


El vivir, movernos, trabajar, en centros urbanos, siempre iguales, siempre los mismos, nos genera mapas mentales formados por manchas bien definidas y grandes zonas difusas, de materia perdida, grises o marrones.
Pero es en esas zonas olvidadas donde debemos regresar, por que precisamente ahí donde no existen nuestras relaciones con los problemas cotidianos, es donde podemos encontrar su solución.
Lo que entendemos como desierto, lugar donde no hay nada, es un hervidero de una gran variedad de soluciones a los problemas más esenciales del arquitecto, solo tenemos que ir ahí y poner atención... abrir bien los ojos.
No hay nada nuevo bajo el sol, después de todo.

sábado, mayo 27, 2006

la semilla del entorno


El entorno en el que existimos nos forma, nos define, nos ubica en niveles de existencia necesarios para el humano. Pero ese entorno, que alimenta las neuronas de nuestro cerebro, por medio de los sentidos, cambiándolas, es a su vez, producto de esa misma sustancia que definimos como pensamiento.
El mundo es en realidad una retroalimentación de nuestra mente. El pensamiento forma el entorno, para que posteriormente el entorno modifique al pensamiento.
La arquitectura no surge al poner la segunda piedra sobre la primera. Surge cuando la primera neurona hace reaccionar a una segunda y a otra y otra más, provocando una reacción en cadena que dara forma a una idea... la idea de poner una segunda piedra sobre una primera.
Nosotros creamos al mundo que nos crea.

martes, mayo 23, 2006

Quien en la arquitectura encuentra poesía



Llegas tarde a tu tiempo. Son palabras

duras que escucho como una derrota.

Pero ahora no sé, ya, de combate alguno,

ni qué tiempo fue el mío. Es un apena

no ser nadie y haberse equivocado

de tren, haber perdido la maleta,

pasar de largo por estar dormido,

y ahora, cansado y sin la ropa limpia,

verse en un hotelucho de una sola

y mala estrella: ésta debe ser la mía.

Lo dejo todo menos el poeta que queda del desastre. Jugaré

a que también me equivoqué de siglo:

esto será París y yo Verlaine.

(J. Margarit; Estació de França)

Sin saber lo que buscas, encuentras lo que quieres.. o más bien, te encuentra, te das cuenta, y regresas a tu camino. Siempre esto puede ser París y yo Verlaine también.

miércoles, abril 12, 2006

Variation sur le même theme...


Si bien con cada proyecto tenemos la oportunidad de hacer una propuesta, también cada proyecto es una oportunidad para seguir trabajando sobre ciertas ideas constantes, que finalmente, son lo que van dando unidad a la obra completa de quien las firma.
Al evolucionar y refinarse dichos elementos de diseño constantes, será como la arquitectura propia irá también evolucionando.
Finalmente los proyectos irán sucediendo uno al otro, a veces uno al lado del otro, en una línea que no tiene marcha atrás.
La retroalimentación será entonces la base de la evolución de la obra arquitectónica.

lunes, abril 03, 2006

aprendiendo...


Josep Quetglas, en su "Pasado a Limpio II", alienta al estudiante (que somos todos), a salir de las aulas, a no asistir a clases, pues sugiere que ahí no aprenderemos nunca lo que los verdaderos maestros nos tienen que enseñar. A veces debemos recorrer un camino largo, pues la verdadera enseñanza no está a la vuelta de la esquina, así como el verdadero maestro no recibe paga en ninguna universidad establecida donde pudieramos inscribirnos en su curso.
Así como la arquitectura sucede continuamente no solamente en el espacio, sino también en el tiempo, su aprendizaje también será un continuo recorrerla, tanto en el tiempo como en el espacio.
La arquitectura cambiará en la medida en que nuestra capacidad de hacer su lectura cambie.
El diálogo está en el aire, nosotros debemos proponer la siguiente oración.

martes, marzo 28, 2006

ya saben quien...


"La architecture, c'est le jeu savant, correct et magnifique des formes sous la lumière."

La lectura del lugar


El lugar, al existir antes que la ciudad, es quien le permite ser lo que es. La ciudad se desarrolla siempre bajo las condiciones del lugar, tanto físicas como intangibles. El lugar lo forma la topografía propia del sitio, pero también la carga de símbolos que el hombre deposita en él. El lugar es el sitio más el significado que podemos leer de él.
Recorrer la ciudad será entonces vivir esta experiencia del lugar y lo que este ha dejado que hagamos de él. La ciudad es la retroalimentación diaria entre sitio-hombre-sitio... infinitamente.
Así como en la naturaleza más pura, es decir, la que se encuentra más alejada de la intervención directa del hombe, encontramos fallas que nos hablan de acontecimientos extraordinarios, en la ciudad leemos estos acentos en sus edificios sobresalientes, en sus monumentos, en sus hitos.
Las fallas geológicas, eolicas, pluviales o fluviales, se pueden leer exactamente igual que la catedral, el ayuntamiento, el monumento, la plaza de armas.
Todo lo que nos rodea, sea cultura o natura, nos habla de cicatrices del pasado.
Así como el placer mayor al de leer un buen libro es solamente el que nos da el re-leerlo, volver a caminar la ciudad y re-leer sus calles es mejor aún.

viernes, marzo 24, 2006

el tiempo que no pasa



El tiempo es la medida del movimiento, y el movimiento es la herramienta que nos permite percibir el espacio en sus tres dimensiones. Pero el espacio también nos habla de otro tiempo; el tiempo transcurrido y que se queda, como memoria, impuesto en su esencia. El tiempo que nos habla de acontecimientos, que poco a poco, aprendemos a leer. El tiempo en el que no existía nada, el tiempo de transformaciones, de revoluciones... el tiempo de intervenciones.
Las estaciones de ferrocarril tienen, por ley, que tener siempre un reloj. Junto con el andén, el patio de maniobras, la casa redonda, o el puesto de vigía, el reloj es un elemento fundamental. El reloj nos marca el momento en el que el progreso llegó, botando humo, a la ciudad. El reloj nos marca el momento en el que una persona esperada llega a visitarnos. El reloj nos marca el momento en que un plazo se cumple para quien debe, contra su voluntad, dejar la ciudad. El reloj nos recuerda el momento en que por última vez se despidió a un familiar que partió a la guerra para dejarlo parado hasta su regreso, que nunca llegó. El reloj es entonces, nuestro mejor testigo y símbolo de la historia, de nuestro andar. Y en una estación del ferrocarril, es entonces fundamental.
Cuando el espacio se recicla y su uso cambia, es importante dejar los testigos de lo que antes de nosotros sucedió. No tenemos derecho a "formatear" la memoria del lugar y debemos entonces reconocer eso símbolos que le dan en mayor medida su esencia a los lugares.
La estación que en uso era un "no lugar", se volvería, sin elementos como su reloj, un "lugar sin memoria".
Seguramente todo esto lo tuvo en cuenta Gae Aullenti en su exquisita obra parisina.

lunes, marzo 13, 2006

mur pour la paix


La realidad se percibe de muchas maneras, o mejor dicho, percibimos realidades superpuestas. Nubes filtradas al frente, reflejos de nubes opuestas, símbolos, palabras, piedra y buenas intenciones, sol y aire. Tarde de frío caliente que la gente aprovecha para correr, jugar, pasear. Perros estirando las patas, niños y pelotas, sonido de agua. Domingo por encargo, lunes de nieve y frío y abrigos negros... siempre negros. Bajo ellos tal vez haya colores que aparezcan junto con las flores en la primavera. El frío tiene color, es gris y negro.
Pero hoy, entre la paz, la paix, la pace... el cielo fue azul.
Y un perro saltó la cerca en busca de la pelota.

miércoles, marzo 08, 2006

La Estrella

El primer contacto real con el "reencuentro" de París se dió, al bajar del autobus, en la Place de L'Etoile. Lejos de lo que había esperado, o no esperado en realidad, el contacto principal no fue con vista. Aunque los recuerdos son principalmente imágenes, y tal vez por eso dejan en gran parte de sorprendernos y les estamos habituados, también existen obviamente de otra forma. Mi mayor impacto se dió por la vía del olfato. Del primer viaje al nuevo mundo guardaba miles de imágenes y recorridos mentales, siempre visuales. Pero el golpe esta vez fue ese olor que no aparece en las fotos o películas, el olor característico de cada lugar, de sus árboles, de su agua, de su contaminación.
Esta vez no fueron los ojos, sino la naríz, quien me dijo que el viaje había comenzado, que ya estábamos en el ombligo del mundo.

viernes, febrero 10, 2006

Mientras la ciudad luz siga brillando...


Mientras la Ciudad Luz siga brillando, el peregrinaje debe continuar. Al parecer los viajes a París que se deben hacer son incontables. La ciudad cambia a diario para volverse a inventar, para volver a mostrar que el tiempo tiene muchas facetas, que día a día se escriben nuevas-mismas historias en sus calles, jardínes y bosques.
¿Quién conoce mejor el Partenón?¿El maestro de historia del arte que año con año dá cátedra sobre sus proporciones, emplazamiento, valor histórico y cultural.... o el alumno que en verano tomó su mochila y viajó hasta Atenas para conocerlo físicamente?
París solo se conoce sobre sus calles de piedra. Hay que tomar la mochila y regresar una y otra vez.

martes, enero 03, 2006

Requiem por el Arlekas



En todas las ciudades, grandes o pequeñas, hay espacios que uno forma como puertas a una dimensión interior. Son esos umbrales a los que recurrimos en no contadas ocasiones y que nos dan un aire nuevo para despejarnos un poco de la cotidaneidad. Esos lugares, contrarios a los no-lugares en fondo, pero igualmente fuera del alcance del diseño, tómando a este como el preveer posibles acontecimientos, de la mano del arquitecto.
Son lugares que nacen en la mente de un visionario, pero que por sí solos, alimentados por la gente que los utiliza, siempre en ese sentido de puerto de escape, crecen para luego, sin darnos cuenta casi, empezar a decrecer y terminan por cerrar los ojos... o mejor dicho, la puerta.
Uno de esos lugares que ha cerrado la puerta en la pasada noche de San Silvestre es el Arlequín, o como cariñosamente lo conocíamos quienes buscabamos la compañía de un buen "tejón" al compás de Pink Floyd, Miles Davies o por que no, Alejandro Sanz, "Arlekas Social Club".
No nos queda otra más que esperar, que como Lázaro, se levante de la tumba.