miércoles, marzo 08, 2006

La Estrella

El primer contacto real con el "reencuentro" de París se dió, al bajar del autobus, en la Place de L'Etoile. Lejos de lo que había esperado, o no esperado en realidad, el contacto principal no fue con vista. Aunque los recuerdos son principalmente imágenes, y tal vez por eso dejan en gran parte de sorprendernos y les estamos habituados, también existen obviamente de otra forma. Mi mayor impacto se dió por la vía del olfato. Del primer viaje al nuevo mundo guardaba miles de imágenes y recorridos mentales, siempre visuales. Pero el golpe esta vez fue ese olor que no aparece en las fotos o películas, el olor característico de cada lugar, de sus árboles, de su agua, de su contaminación.
Esta vez no fueron los ojos, sino la naríz, quien me dijo que el viaje había comenzado, que ya estábamos en el ombligo del mundo.

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