La ciudad se está desmoronando, no puede durar mucho más; su tiempo ha pasado. Es demasiado vieja...
Le Corbusier
El hombre hace los materiales que hacen la ciudad. Estos materiales son sueños y espacio... pero también son materia sólida. Piedra, madera, vidrio y cemento.
¿Será entonces el atinado juego de la materia física de la ciudad, su relación entre sueños y mundo real, lo que le de su belleza a la ciudad?
La maestría en el manejo de los materiales es el oficio del alarife y su permanencia en el tiempo es su digno reconocimiento. El asombro de las generaciones que respetan lo construido con arte se debe a la sapiencia para poder entender la relación forma-función-espacio-materiales.
La ciudad de piedra perdurará. Sus volutas, estípites, pilastras, rosetones, frontones y arquitrabes, que le dan su característico sello al lugar específico, primero deben sobrevivir al tiempo. La arquitectura que se ha perdido por la calidad de sus materiales ha quedado fuera del juego, no cuenta más. Su recuerdo es culquier cosa menos espacio. La palabra que borra el mar en la arena desaparece, como la construcción borrada por el tiempo.
¿Encontramos entonces en la calidad de los materiales de la ciudad la clave para encontrar una ciudad bella?
Los edificios y los espacios que forman, a través de las culturas, han tenido mejores materiales y de mejor calidad en los edificios importantes. La piedra se usó para dedicarla a los dioses en sus templos, el hogar de los mortales se hizo de tierra y paja.
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