lunes, agosto 25, 2014

LA CIUDAD BELLA POR SU MARKETING


"La mejor publicidad es la que hacen los clientes satisfechos."
Philip Kotler

¿Por qué nos gusta tanto París, Roma o Londres? ¿Por qué amo a Nueva York? ¿Por que en verdad sea un intenso sentimiento nacido de la más profunda reflexión junto con mi experiencia y bagaje personal, o por que alguien me dijo que así debe ser?
¿Es la belleza un concepto personal o cultural? Si fuera la belleza, cualquier tipo de belleza, no solamente la urbana, un concepto personal, habría tantas "bellezas" como personas en el mundo. Los estándares de belleza (que podemos tambier llamar "belleza promedio"), existe por que se trata de un tema cultural, un tema que así se ha definido y defendido que sea. Para que esto suceda, la belleza debe haberse insertado en el subconsciente colectivo de alguna manera... alguien se lo vendió a la gente. Alguien nos dijo lo que debe ser bello y lo que no.
Cuando Roma invade Grecia, no destruye la cultura, sino que la roba y la alaba. Encuentra en ella algo que no conocían y que deben tener a toda costa y hacerlo propio. Eso es la belleza. Las obras griegas son copiadas hasta exprimir su última gota de escencia para crear la nueva estética, la belleza romana. Esta línea de transiciones como parte de un continuo evolutivo de la belleza es lo que finalmente nos impone el estándar al que se debe aproximar la actual belleza.
Las ciudades bellas los son por aproximarse a dicho estándar... o por vendernos la idea de que han logrado aproximarse a él. Nadie negará que la Place Vendome, la cúpula de la basílica de San Pedro, o el Instituto Salk, son bellos... decirlo es ir en contra de la aceptación popular de belleza.
Y es esa idea, repetida en playeras, gorras y plumas, lo que reafirma la belleza de la ciudad al punto de volverla una verdad innegable.

La ciudad más bella sería entonces la que mejor publicista contrate.

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