sábado, septiembre 24, 2011

la ciudad y la libertad encerrada (II)



"I am the type of person who would go crazy without being around other people. Working from home or a rented office would get lonely fast."
Cliente de Starbucks


A los cambios de estilo de vida, quienes mejor y más rápido se adapten, serán los que sobrevivan. Cuando la gente abandona los espacios públicos para encerrarse en su "privada libertad" solo hay dos caminos posibles para los prestadores de servicios tradicionales: entrar a sus casas o sacarlos de ellas. 
Quienes optan por ofrecer el servicio a domicilio lo pueden hacer por la puerta, o por la red. Negocios como e-bay o amazon se basan en el concepto de la tienda virtual para llegar a los consumidores (que en cierto grado han abandonado la calle).  Pero también existen las empresas que aprovechando la infraestructura virtual de los primeros y sobre todo, la necesidad creada al consumidor por estar constantemente "on-line", tienden el anzuelo para sacarlo de su madriguera a su negocio-trampa. 
El espacio-función del "café" en la plaza (de la ciudad, no la plaza comercial), era el de proveer de un lugar a los habitantes para su socialización. Estos habitantes que ahora "socializan" de manera más virtual que física, pueden prescindir del café (en realidad pueden muchas veces prescindir de todo menos de comida y aire, pero eso ya es tema de la psiquiatría y esperemos no sea por algún tiempo de la arquitectura o del urbanismo).  Cadenas como Starbucks han entendido eso y se han creado espacios que venden la falsa imagen de bienestar donde uno puede compartir con otras personas un delicioso wi-fi descafeinado.   Los lugares de reunión son entonces estacionamientos para zombies tomando cafés-doble-macchiato-descafeinado-tibio-sin-azúcar. 
En la arquitectura como en todo, adaptarse o morir.

martes, septiembre 20, 2011

la ciudad y la libertad encerrada ( I )



"La libertad es un lujo que no todos pueden permitirse."
Otto von Bismarck


... y nos hemos encargado de que en la ciudad del siglo XXI no sea así. El lujo es poder vivir lejos de la libertad. La libertad es "eso" que queda fuera de las paredes de los conjuntos residenciales "protegidos" del resto de la ciudad. La libertad es a lo que tienen que enfrentarse quienes viven sin murallas, sin guardias controlando el acceso, sin circuito cerrado 24/7, sin cerca eléctrica perimetral o equipamiento intramuros que nos obliguen a salir a la ciudad.  El objetivo es vivir lejos de la ciudad dentro de la ciudad. 

Al no encontrar maneras mejores que nos lleven a ciudades más seguras, el urbanismo ha optado por encerrar a sus habitantes en hermosas jaulas de oro y promover ese estilo de vida como el del estándar más alto en el mercado. Hoy por hoy pagamos por vivir encerrados; pagamos por escaparnos de la ciudad hacia el interior de ellas. El espacio abierto, para la Generación Net, no será sinónimo de libertad sino de inseguridad. 

La plaza, lugar donde se concentraban los servicios y por lo tanto lugar de encuentro, se ha quedado vacía. 

Al buscar la densificación de las ciudades, traducida esta a células tipo supermanzanas o clusters donde habitación, servicios, recreo y trabajo convivan en estrechos radios de acción, evitando los traslados, también se producirá un efecto de des-socialización de la ciudad. La relación entre los habitantes será más difícil fuera de esos límites. Será entonces de suma importancia crear los espacios que provean a los habitantes de ese "pretexto" para socializar y entonces vivir en una ciudad sana.

Pero para lograrlo antes hay que frenar la idea de que "libre = peligroso".

miércoles, septiembre 14, 2011

¿quedarse observando o avanzar?



"Rome has not seen a modern building in more than half a century. It is a city frozen in time.”
Richar Meier




La imagen urbana se debate, irremediablemente, entre dos polos opuestos: el del conservacionismo, que pretende que el pasado fue mejor y se debe buscar regresar a él, y el del progresionismo que busca el avant-garde en cada acción sin voltear la cabeza atrás.
Ambos, como lo demuestran cada día, están obviamente equivocados. 
Tan inútil resulta tratar de "enmicar" las ciudades volviéndolas atemporales a su realidad presente, obsoletas en su uso, y negadas a su diálogo con sus habitantes, como, inútil también resulta apartar a la realidad urbana un pasado que es, finalmente, el que le da su forma actual.

Entonces ¿cuál es el camino que la imagen urbana debe seguir?
Aldo Rossi hablaba en su obra del genius locci, y es precisamente ese concepto el que la imagen urbana debe encontrar y preservar. Los edificios, antiguos o modernos, siempre deben seguir a la constante que no proviene de la genialidad del arquitecto individual, sino de la colectividad, en todos su ámbitos y tradiciones.
Cuando se logre encontrar el alma del pueblo que habita la ciudad, entonces se encontrará el camino que dicha ciudad debe seguir. Ya después todo será fácil.

domingo, septiembre 11, 2011

ordenar o re-ordenar la ciudad?



"Dios hizo el campo y el hombre la ciudad"

No es posible dejar de pasar la reflexión el día de hoy. Hace diez años el mundo cambió y no volvió a ser igual, eso es un hecho irremediable. Junto con las dos torres se desplomó un sistema social, político, económico y cultural que de otra forma seguiría siendo vigente hoy en día. Hoy a diez años parece ser que no hemos entendido todavía que el mundo cambió sin darnos aviso; parece que seguir haciendo las mismas cosas de la misma manera nos devolverán el mundo que conocíamos antes de esa mañana de septiembre...  "ten years have got behind you... no one told you when to run, you missed the starting gun..."
Las épocas de guerra y post-guerra han sido un catalizador tecnológico, social y artístico. El mundo ha sabido trabajar bajo presión para adaptarse, rápidamente, a las nuevas circunstancias. En esta ocasión parece que la humanidad siguiera estática esperando despertar de la pesadilla. 
Las dos grandes presiones con las que debemos trabajar, y a las que no hemos podido encontrar esa "rápida solución", en la primera década del siglo XXI son: el calentamiento global y la seguridad (social y económica). Y ambas convergen en una única solución irremediable: cambiar la forma en que vivimos; cambiar la forma de la ciudad.
Las ciudades a la vez que deben volverse sustentables deben también volverse blindadas. ¿Cómo es entonces posible pensar en un modelo de ciudad en el que sus habitantes se apoyen unos con otros para encontrar la vida sustentable si esos mismos habitantes no pueden confiar unos en otros y tratan, a toda costa, de vivir protegidos, aislados?
Las ciudades deberán crecer encaminadas a un nuevo sistema de relaciones sociales, con nuevas obligaciones con el entorno natural, político, económico y social. El desplome financiero, así como el social, no es otra cosa que la pérdida de la confianza, y tal vez esta sea, por un largo tiempo, la constante. La ciudad deberá encontrar la manera de hacer "comunidad" y proveer los espacios "seguros" donde el tejido social pueda ser sanado y, con suerte, regenerarse.