sábado, septiembre 24, 2011

la ciudad y la libertad encerrada (II)



"I am the type of person who would go crazy without being around other people. Working from home or a rented office would get lonely fast."
Cliente de Starbucks


A los cambios de estilo de vida, quienes mejor y más rápido se adapten, serán los que sobrevivan. Cuando la gente abandona los espacios públicos para encerrarse en su "privada libertad" solo hay dos caminos posibles para los prestadores de servicios tradicionales: entrar a sus casas o sacarlos de ellas. 
Quienes optan por ofrecer el servicio a domicilio lo pueden hacer por la puerta, o por la red. Negocios como e-bay o amazon se basan en el concepto de la tienda virtual para llegar a los consumidores (que en cierto grado han abandonado la calle).  Pero también existen las empresas que aprovechando la infraestructura virtual de los primeros y sobre todo, la necesidad creada al consumidor por estar constantemente "on-line", tienden el anzuelo para sacarlo de su madriguera a su negocio-trampa. 
El espacio-función del "café" en la plaza (de la ciudad, no la plaza comercial), era el de proveer de un lugar a los habitantes para su socialización. Estos habitantes que ahora "socializan" de manera más virtual que física, pueden prescindir del café (en realidad pueden muchas veces prescindir de todo menos de comida y aire, pero eso ya es tema de la psiquiatría y esperemos no sea por algún tiempo de la arquitectura o del urbanismo).  Cadenas como Starbucks han entendido eso y se han creado espacios que venden la falsa imagen de bienestar donde uno puede compartir con otras personas un delicioso wi-fi descafeinado.   Los lugares de reunión son entonces estacionamientos para zombies tomando cafés-doble-macchiato-descafeinado-tibio-sin-azúcar. 
En la arquitectura como en todo, adaptarse o morir.

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