jueves, julio 23, 2009

Arquitectura y La Crisis


Es en los momentos históricamente difíciles cuando el ingenio humano avanza. Las ideas sobre lo que debía ser la arquitectura, que se generaron en escritos y manifiestos a finales del siglo XIX y principios del XX, en cafés de Viena o París, en plena Belle Epoque, tuvieron su prueba de fuego en la segunda década, durante la Primera Guerra Mundial, cuando la realidad superó a la ficción y se debía actuar más que platicar.
Las ideas de la Bauhaus, sobre arte, artesanía, diseño y objetos dignos para los trabajadores, encontraron su aplicación en la etapa de la posguerra. Fue también en esa etapa y no en los escritos de un LeCorbusier, Mies o Gropius, donde se dio el caldo de cultivo perfecto (y forzado) para que la vivienda tal y como la conocemos hoy se desarrollara. Los grandes proyectos que dieran espacios dignos, funcionales y suficientes a las familias eran una necesidad.

Si bien no estamos en la realidad de una posguerra, las condiciones vuelven a ser adversas para el desarrollo inmobiliario a nivel mundial. Los créditos se detienen y con esto el engranaje inmobiliario se atasca. Es momento de pensar en nuevas soluciones más allá de los paradigmas para sobrepasar este momento que a todos los que estamos en este barco nos afecta.

Es momento de releer, eso sí, de una manera rápida y eficiente, los viejos manifiestos y ver la aplicación que de estos se materializó... tal vez algo aprendamos del pasado que nos pueda abrir el futuro.

viernes, julio 17, 2009

Human vs. Machine


Ya habían pasado más de tres cuartos de siglo desde que se presentara el Palacio de Cristal de Paxton cuando Fritz Lang crea esa obra de culto que es Metrópolis, basado en una novel a de su esposa Thea. El discurso de la voracidad de la máquina sobre el trabajo humano sigue tan actual como entonces.

Pero creo que la máquina ha ganado la batalla.

La interminable plática de café sobre la situación actual (parece que todas las "actualidades" sufren la misma "situación"), siempre termina en la deficiencia del sistema educativo y cómo un país sin educación no puede aspirar a más de lo que tiene. Pero eso se complica si vemos que es verdaderamente imposible enderezar el camino de la educación cuando precisamente quienes deben educar a las nuevas generaciones sufren de esa misma carencia. Es decir, solo hay que ver a los maestros para saber lo que esperaremos de los alumnos. En fin, esa plática, como dije antes, parece no salir de la mesa de café.

Pero eso no solo sucede con la educación (o tal vez es por eso que sucede en otros ámbitos), y lo vemos reflejado en la arquitectura muy claramente.

La máquina ganó la batalla.... y la ganó en diferentes frentes. El arquitecto, con el mundo a un click de su dedo de distancia, parece ser cada vez menos capaz de desarrollar una mejor arquitectura. El hombre dejó de pensar esperando que la máquina piense por él.

El oficio se ha perdido desgraciadamente. Las empresas optan por mecanizarse, incluso en los más básicos trabajos de construcción como puede ser cavar una cepa, que confiar el trabajo a las ya-no calificadas manos del albañil. La arquitectura sufre las consecuencias de la pérdida de oficio desde el maestro de obras, hasta el diseñador, administrador y promotor del inmueble. Solo falta abrir los ojos y ver que las ciudades no son mejores que antes... son mucho peores.

... tal vez sea hora de aprender a usar la tecnología, pero con los ojos del pasado... de cuando había oficio para hacer las cosas.

miércoles, julio 15, 2009

sobre Siza y Saramago...


Los arquitectos a menudo sentimos que somos los guardianes de un secreto milenario, una especie de secta secreta de cuyos símbolos y secretos solo nosotros tenemos conciencia. Los demás simples mortales no nos entenderían jamás... ni siquiera nuestros clientes, ellos que se dediquen a lo suyo, pagar los proyectos.

Pero no es así, la arquitectura debe ser habitable y diseñada para cualquiera, no solo para arquitectos, y es bueno recordarlo. El punto de vista del usuario debe ser nuestro mismo punto de partida, su entendimiento es escencial para llevar cualquier proyecto al éxito.

En su peculiar sensibilidad del mundo y sus "tejemanejes", Saramago ha escrito sobre arquitectura. Y lo hace, desde luego, desde el punto de vista de quien, sin ser arquitecto, entiende de sentimientos, de espacio, de luz y sombra...
Copio su entrada, que es buen punto de partida para la reflexión de quien de esto vivimos:

"

Siza Vieira

By José Saramago

Toda arquitectura presupone una determinada relación entre la opacidad natural de la mayoría de los materiales empleados y la luz exterior. Los gruesos muros románicos se abrían difícilmente para que la claridad del día moviese, en un espacio que parecía rechazarlas, las sombras que precisamente acabarían dándole sentido. La sombra es lo que permite hacer la lectura de la luz. El gótico se rasgaba verticalmente en vidrieras que, dando paso a la claridad, al mismo tiempo la matizaban para rescatar en el último instante el efecto misterioso de la penumbra. Incluso en los modernos tiempos, cuando la pared es, en gran parte, sustituida por aberturas que casi la anulan, que la hacen desaparecer en absurdos revestimientos de vidrio que diluyen sus propios volúmenes en un proceso de caleidoscópicas reflexiones y proyecciones, la necesidad de apoyo del que el ojo humano no puede prescindir busca ansiosamente un punto sólido desde donde descansar y contemplar.
No conozco en la arquitectura moderna una expresión plástica en que el primordio de la pared sea tan importante como en la obra de Siza Vieira. Esos muros anchos y cerrados surgen, a primera vista, como enemigos inconciliables de la luz, y, al dejarse finalmente abrir, lo hacen como si obedeciesen contrariados a las inaplazables exigencias de la funcionalidad del edificio. La verdad, según entiendo, es otra. La pared, en Siza Vieira, no es un obstáculo para la luz, sino un espacio de contemplación en que la claridad exterior no se detiene en la superficie. Tenemos la ilusión de que los materiales se volverán porosos a la luz, de que la mirada penetrará la pared maciza y reunirá, en una misma conciencia estética y emocional, lo que está fuera y lo que está dentro. Aquí, la opacidad se ha hecho transparencia. Solo un genio sería capaz de fundir tan armoniosamente estos dos irreductibles contrarios. Siza Vieira es ese taumaturgo."

martes, julio 07, 2009

lo que queda después...


"Live fast,
die young,
stay pretty"


En verdad fue imposible no verlo. Traté de evitarlo, no por pose o por tomar partido, sinceramente era algo que no me interesaba. Pero a medio zapping me lo topé y ya no pude seguir los 20 minutos que restaban de la repetición. Sí... estoy hablando del evento mediático más importante del siglo XXI sin lugar a dudas y sobre el cual se escribirán muchos, muchos, libros. La ceremonia pública del adiós a Michael Jackson.

Sin adentrarnos en detalles, pues no terminaríamos, uno de los pilares de la cultura pop más importantes dejó de existir y el maremagnum que esto provocó no es menos que sorprendente. Es como si hubieran desaparecido Mickey Mouse o la sopa Campbell's.

La ceremonia, transmitida a todo el mundo en tiempo real, fue como exprimirle el zumo a la palabra (y sentido) "POP". Y "pop" fue el evento. Luces, imágenes, música, dirección de cámaras y coreografías pensadas en tocar cada fibra pop de quien lo viviera.

"Live fast, die young, stay pretty". Michael Jackson ha tenido el destino (y suerte) de los grandes íconos y su nombre estará al lado de nombres como James Dean, Elvis, John Lennon, el Rey Lagarto o Pedro Infante.

"Live fast, die young, stay pretty". El mayor vacío que un icono cultural puede dejar, es precisamente al dejar de existir en su plena gloria. Es la única forma de ganarle al tiempo. Es congelar su fama sin que se deteriore.
Es este vacío el que dejaron las torres gemelas del WTC una mañana de septiembre. Para quienes no conocimos Nueva York antes del atentado, el sentimiento fue el de haber perdido la oportunidad de ser conocer una parte muy importante de nuestra era.

El espacio que la desaparición de los íconos culturales deja es el más grande parteaguas que una era puede crear. Nos recuerda que el fin último de la existencia es precisamente el dejar de existir.


Para que el movimiento moderno terminara, el Pruitt-Igoe tuvo que morir.