sábado, junio 06, 2009

¿Dónde guardamos las cosas?


No sé si sea algo común en el gremio, pero parece que siempre olvido la cantidad de cosas que se acumulan continuamente.

Estoy en medio de una limpieza total ("borradita general", como decían en las correcciones de las clases de proyectos) de mi espacio de trabajo ("lugar de engorde" como es nombrado en esa hítica novela Generation X). Pues resulta que llegó un momento en el que era casi imposible llegar al escritorio sin tener que pasar sobre cajas... y ni pensar en recibir clientes. Mascarilla en cara desenpolvé una a una las cajas y de ella salieron, más que objetos, recuerdos. Recuerdos con cara de juguetes, recuerdos con cara de libretas de viaje, recuerdos con cara de material que el oficio ha relegado a los museos, recuerdos de la época en la que los 3D se llamaban maquetas. Tenemos la mala práctica de guardar los recuerdos en forma física el mayor tiempo que podamos, llenándonos de cajas de ellos que tristemente se volverán a olvidar.
En realidad la limpieza no arrasó con todo, seguramente por que esas cajas ya habían pasado por otra revisión igual con anterioridad.

Todo esto me llevó a pensar en los espacios destinados para el olvido, y cómo nos olvidamos de ellos. ¿Se han fijado que ni arquitectos ni clientes le dan tanta importancia a esos espacios? Si las cosas que guardamos son tan importantes que no se deben tirar a la basura, ¿por qué terminan en el hueco bajo la escalera, en el baño de visitas, o en el cuarto de servicio que no podrá volverse a utilizar como tal?  Parece que en nuestra indecisión de saber qué hacer con nuestros propios recuerdos, los mandamos a un limbo espacial en espera que el tiempo nos conceda la sabiduría, o el valor, necesarios para finalmente botarlos fuera de nuestras vidas. 

¿Cuántas ideas tendremos arrumbadas en la cabeza?

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