miércoles, marzo 07, 2007

the dark side


Desde las gradas se veía como se iba llenando el foro. Todo en orden, las luces del estadio prendidas, las torres de control y sonido al centro. En el escenario una botella de whisky, un vaso y un cenicero enormes, detras de ellos, tambien enorme, un radio antiguo y sobre él un avioncito. Una pantalla a cada lado. Para calentar el sonido y los oídos, canciones de rock&roll.
Con las luces del estadio, todavía encendidas, el preludio de lo que sería un viaje... al lado obscuro de la luna. Una gran mano entra al escenario para tomar el vaso de whiskey y dejar un cigarro, humeante en el cenicero. En ese momento las proporciones cambian, dejas de ser tú mismo y empiezas a formar parte de una idea... una idea que se forma dentro de la mente de Roger Waters.
La mano sigue tomando el cigarro, sirviéndose copa tras copa de whiskey y sintonizando estaciones en el radio. Las luces del estadio se apagan, y sin necesidad de ningún preámbulo, aparece y saluda el genio.
El concierto se convierte, desde antes de empezar, en un juego de símbolos, donde toda clase de sentimientos y sensaciones se van a mezclar.
La primera canción no podía ser otra, y marca la pauta. Un grito, casi de guerra, tu última oportunidad para arrepentirte... "... we came in?" Ahora ya eres parte de la carne de RW. Tambien es claro el anuncio y símbolo desde este punto: "una mala noticia... Pink no pudo venir." ¿Podía haber empezado distinto este viaje? RW es quien manda de aquí en adelante, él lleva el ritmo, y para que esto quede claro un reflector busca entre la multitud a quienes deban estar contra el muro.
De ahí en adelante todo es un ir y venir de sonidos, imágenes, emociones encontradas. Si los símbolos que se manejan son en sí muy fuertes, se multiplican a la n potencia con la impreionante calidad y juego de imágenes, efectos especiales, y un sonido brutal. Roger Waters se sube a la cima del mundo de las ideas, y con su sonrisa te invita a subirte con él (¿o dentro de él?).
En esta primera parte del viaje los símbolos van desde el tributo al genio colega que ya no está, hasta el reclamo que nos recuerda que siempre habrá muros que tirar (probablemente el tenga una sensibilidad mayor a nuestra realidad que nosotros mismos). Pero la constante siempre será la existencia misma.

La segunda parte es en sí el prometido viaje al lado obscuro de la luna. Empieza (como termina), con un latido conocido. No hay excesos en los efectos especiales, ni en el sonido ni en la parte visual... tampoco en los arreglos a la obra por todos conocida. RW se dedicó a dar el mejor de los espectáculos, nada más... pero nada menos.

El espectador deja de serlo y se vuelve parte escencial del evento. Desde el viaje por el espacio inmeso, al viaje dentro de la cabeza del "lunático".

El punto culminante del espectáculo, que en realidad empieza con esa mano enorme y la botella de whisky para hacer desaparecer al espectador, antes de que el concierto empiece, es cuando la luz defractada del hítico prisma, baña el público en una especie de bautizmo a una nueva etapa de tu vida.

Todo tiene solución... "IN THE DARK SIDE OF THE MOON"